RAYADURA EN NUEVA ZELANDA. POR FERNANDO MÉNDEZ.

 

Me habían hablado de los placeres ocultos que hay en las noches de Wellington. Yo buscaba hombres, para qué negarlo.

Soy homosexual declarado y convencido, siempre me han gustado los hombres, desde que mi padre me llevó con cuatro años a jugar al fútbol, (creo que incluso antes ya soñaba con hombres) supe que los hombres me atraían mucho más que las chicas, me encapriche de Joaquín, un delantero rubio bastante guapo, y desde entonces los hombres para mí no solo han sido compañeros o amigos, han sido parejas de cama y de otras muchas cosas...

El caso es que me empeñé y ahorrando un poquito por aquí y por allá, sableando a amigo/as, conseguí viajar a N.Zelanda. Allí tuve una experiencia que jamás olvidaré con el hombre más acojonante que jamás haya conocido.

    Como os decía, llevaba seis días en este precioso país alucinando con su cultura, la gente y la maravillosa naturaleza. Mi amiga del alma, Begoña, me llamaba poniéndome a parir, "¡Cacho perro, me podías haber llevado!". Bego es una chica que vale un reino y algo más, como siempre le digo a la muy tontina. Trabajo con ella y comparto con ella muchas cosas, pero sobre todo lo que más nos gustaría es compartir a RUSSELL CROWEEEEEEEEE! (EL HOMBRE). Por ÉL babeamos, lloramos, nos arrastramos y algunas cositas más que tampoco vamos a descubrir aquí, ja, ja.

Como decía, al tener dinerito y la idea rondando por el cabezón, una noche viendo a lo "Maximus", o sea al CROWE con falditas, (me empalmo sólo de pensarlo) le dije a Bego, "chica no puedooooor!, me voy a donde este cacho de hombre vio la luz por primera vez". Yo no tenía pareja, me había dejado con mi chico. Me dejó por otro tío más mazas y musculocas de esas, ¡qué horror!

Bueno, al lío...

Bego me miró alucinada, estaba muy jodida porque no podía ver a su grupo de heavy favorito que creo que tocaban en Zaragoza o en Barbate y encima yo le saltaba con esto, casi me escupe la pobrecilla: "¿pero qué me estas contando, gilipollas?". (La Bego cuando se rebota ¡ay dios!). "Pues eso que me voy y lo mando todo hacer puñetas". No se lo creyó hasta que nos despedimos en Barajas. Ella me dijo "ay, ay, haz muchas fotos, cabrón" y con lagrimas en los ojos nos despedimos.

Nada, pues en Wellington llevaba seis días como he dicho antes, cuando de ruta turística cámara en ristre me dio por entrar en un garito con mu mala pinta. Estaba hasta las bolas de andar, el cuerpo me pedía guerra y los callos de los pies me pedían que me sentara de una puta vez. Entré en el garito y allí en el cielo, porque me encontré con RUSSELL CROWE.

El pelo rubio (estaba rodando una peli) recogido en una cola de caballo, la cara varonil que tanto había besado en las fotos que tengo en mi casa, pero al mismo tiempo con esa jodía ternura que me saca de las casillas (Bego, ¿cómo lo consigue el hijo puta?, ¿es por el rollo ese que me dijiste hace nada psicológico del juego de roles?, será...). Su cuerpo eclipsaba a los amigos, colegas o lo que fuera que le acompañaban y por supuesto a todo tío que estaba en el bar, bueno ¡qué voy a contar de este tío que no se vea, jodeeeeer!.

Me quedé clavado en el suelo, mirando, mirando cómo se movía y temblaba la tierra bajo mis pies. De repente salí de mi arrobamiento, ¡se había liao!

Vi a RUSSELL repartiendo estopa para parar trenes, unos pringaos se habían metido con su tinte de pelo y le habían tocado los cojones con tanta chufla. El caso es que si ya me derretía con verle tranquilito, repartiendo hostias ya era ¡¡¡¡¡¡el no va más!!!!!!!!!!!!!!! Como si ya no me molestasen ni los pies ni las bolas ni na de na, me fui hacia el fregado y no sé cómo ni dónde ni cuando, me vi en el cuartelillo con mi hombre y otros pringaos como yo.

RUSSELL sangraba por la ceja, le hubiese lamido la ceja y todo lo que no era la bendita ceja, ocho tíos en comisaría pero sólo se oía el vozarrón de RUSSELL. Estaba cabreao y se puso mu chulo, ¡a mí se me caía la baba! Con mis ingles asquerosas intenté hacerle comprender al poli que Él tenía razón.

El sargento de la comisaría me miró con un careto que dio miedo y por primera vez RUSSELL reparó en mí. Yo estaba más contento que unas castañuelas en la Feria de Abril. Macharrako RUSSELL alzó la ceja, mirándome sólo como ÉL puede hacerlo. Tuve una erección que intenté disimular como pude. Los polis pensaron que estábamos borrachos y nos metieron en celdas, según ellos para que durmiéramos la mona. ¡Madre Mía, en una celda en Nueva Zelanda con RUSSELL "macizo" CROWE! Tuve una suerte de cojones y me metieron con él, los dos solos, los demás a otras celdas ¡a tomar por culo!

RUSSELL dio un puñetazo a la pared nada más entrar en el cuchitril, empezó a decir tacos de todos los colores desde el más clásico y socorrido Hijoputas a Cabronazos de mierda, después de varios MOTHERSFUCKERS, y armado de valor le dije:

- Oye, mira, sé quién eres, así que di quién eres y seguro que te sueltan.

Con esa voz tan suya, tan de verdad, me dijo:

- Tío, si vas así por la vida, malo, además se entera mi churri y ya me crucifica la muy... ¡Bah!, paso la noche aquí ¡qué cojones! y ya está. Esto me sirve de experiencia para una peli o lo que sea. ¡Ay! Si ya le dije al Billy que no estaba yo pa garitos de medio pelo, pero luego dice que soy un rajao y mira él se libra y yo aquí. ¡Jodeeeeer, qué marrón! Encima me duele el huevo izquierdo y eso quiere decir que va haber una tormenta del copón. Por cierto, ¿y tú quién eres y por qué me has defendido antes?, ¿de dónde eres, mate? Neocelandés ni de coña.

- Soy español, como el Maximus.

A él no le hizo ni puñetera gracia el comentario.

- Anda, qué bien…

Después de esta contestación con cara de pocos amigos, con un gesto me dijo que nos metiéramos cada uno en el catre, que ya era tarde. Para él era fácil decirlo, yo estaba más salido que la chepa de Quasimodo. Se tumbó en el catre y como llevaba una camiseta sin mangas que le quedaba de puta madre, le vi el sobacazo al subir el brazo. Se me escapó un sonido gutural de puro instinto animal, él levantó un poco su preciosa cabeza preguntándome si me encontraba bien.

−¡Nooooooooooooooooooooo! ¡Déjame chupartela, lléname la boca con tu leche, ábreme el culo hasta que te hartes, FOLLAME YA! −Claro que esto se lo dije en castellano. RUSSELL se sobresaltó y me volvió a preguntar si estaba bien. Yo seguía a lo mío, o sea, hacer el ridículo porque estaba trastornado−. ¡Ponme a cuatro patas, soy tu perro, tu esclavo, úsame yaaaaaaaaa! ¡DAME CAÑA, POR FAVOOOOOOOOOOOR!.

Estaba con tamaña perorata cuando apareció una tía de dos metros veinte, con uniforme, y abrió la celda con muy malos modos.

- ¿Qué huevos pasa aquí? ¡Basta ya de gritos u os doy con la porra!, ¿se me entiende? ¡Tú, rubiales, la noche va a ser larga y mira qué pedazo de tormenta se ha levantado! Que sepas que de guardia estamos todo tías y la más pequeña soy yo. Aparte de ser unas expertas en artes marciales, tenemos muy mala leche así que hemos decidido que como no tenemos otra cosa que hacer y en la tele no ponen na bueno, vamos a violarte hasta que nos cansemos, ¡lo quieras o no! Macho, una oportunidad asi no la tenemos todos los días.

RUSSELL se puso pálido el pobre hombre.

- ¿Pero qué dice esta tía? -dijo mirándome.

La sargentona en cuestión le pegó una hostia del 15 con la porra que le derribó al suelo.

- ¡Te vas a enterar, guapín! Esto es un adelanto por calentar al planeta más de lo que ya está con lo del ozono y todos los rollos que los muchachos de Greenpeace nos soplan de vez en cuando.

Silbó y apareció otra tía más fea que pegarle a un padre pero igual de bestia, lo cargaron entre las dos y antes de salir por la puerta me advirtieron.

- ¡Tú, escuchimizao, quieto que te damos pa´el pelo!

Yo me puse de rodillas y les rogué con lagrimillas en los ojos que no me lo desgraciasen mucho. RUSSELL, sangrando por el labio, me miró acojonao, ¡QUÉ GUAPO ESTABA EL MUY CABRONAZO! No me pude contener y con gran riesgo le planté un beso en los morros. No recuerdo más que los palos que me llovieron por todos lados, ¡malditas polis de mierda, qué fascistas eran las muy petardas!

Perdí el conocimiento a la séptima hostia de porra. Por fin me dejaron en paz y se concentraron en RUSSELL. Perdido en la inconsciencia, tenía flashes y oía cómo RUSSELL gritaba, gemía y hasta suplicaba. De repente recuperé plenamente la consciencia. Desde luego las muy putas me habían molido a palos. Me arrastré como pude hacia el pequeño lavabo que había en la celda mientras escuchaba comentarios de los demás reclusos.

- ¡Joder, qué le estarán haciendo a ese pobre hombre!

- Pues sé que es verdad, ¡menudos chillidos dan esas condenaaaaas!

Me desesperé y tengo que reconocer que sentí envidia por no poder hacerle yo de todo al RUSSELL. Me senté en el suelo y esperé preocupado pues volví a oírle gritar. Un grito ronco entre el dolor más jodido y el placer más placentero. Por el pasillo se oyó por fin un "ay, ay, ay, ¿qué me habéis hecho, putas, qué me habéis hecho? ¡No siento la pollaaaaaaaaaaaaaaa!". De repente se abrió la puerta de la celda y de un empujón metieron a RUSSELL dentro.

Daba pena verlo, desnudo, lleno de arañazos, mordiscos, chupetones, cardenales y demás marcas. El labio lo tenía hinchado y estaba esposado, el pelo suelto empapado de sudor. Cuando cayó al suelo intentó levantarse, una chispa de rabia en los ojos claros.

-¡HIIIIIIIIIJAAAAAASSSSSPUTAAAAAAAAAAASSSSSSS, MEEEE LAAAAAAAAAAAS VAAAAAIIIIIIS A PAAAAAAAAAGAAAAAAAR!

Callaaaaaa o te volvemos a amordazar! -Se metieron en la celda y cogiéndole del pelo le pasaron la porra por el cuello en un gesto de lo más sensual y morboso (para míiiiii!). RUSSELL el hombre jadeaba con la boca abierta, ¡a mí me encantabaaaaaaa!

- ¡Y de esto ni una palabra, RUSSELL! -La otra mole se puso a reír.

- ¿Quién le iba a creer?

- Zorras... - siseó ese peazo de macho.

- Tienes tu fama bien ganada, RUSSELL, ¡ja,ja,ja! Recupérate y tendremos otra sesión, ja,ja,ja.

Cuando las dos tipas abandonaron la celda, RUSSELL intentó levantarse.

- Las muy guarras encima ni me quitan las putas esposas. Mira, tío, estoy de Gladiator hasta los huevos y toda mi fama se puede ir a tomar por culo. ¡Mieeeeeerddddaaaaa, que me han violado, me han hecho de to!!!!!, ¡ay, mis riñones, tengo la polla hecha un cristo, joer, vaya tuteeeeeeee!

- Oye, RUSSELL, ¡menos mal que todavía no se lo han montado con Bud White que si no te hostian hasta la muerte! Anda, acuéstate un "ratitor" que te lo has ganado, campeón.

RUSSELL me miró agradecido y yo noté la polla más dura que una estaca. Cuando todo su cuerpo serrano se hubo acomodado en el catre, empecé a acariciarle la cabeza hasta que los ojos azules esos maravillosos se cerraron quedándose dormido. Parecía un bendito allí dormidito, repasé ese cuerpazo una y otra vez, el pechazo, las piernazas, los cachos pies...

Pero si algo llamaba la atención era su PAQUETE, esa polla más bonita que practicar el sexo enamorado, era la polla más bonita que había visto nunca ¡y había visto unas cuantaas! Larga y gorda a la vez... su piel era delicada y daban unas ganas de tocarla y saborearla que pa qué te cuento.

Me desnudé, era como si al quitarme la ropa me volviera más puro. RUSSELL subió las muñecas esposadas y yo aproveché la ocasión. Despacio sin despertarle conseguí abrir una de las esposas. Con un pequeño muelle que asomaba del somier, le pasé la corta cadena de las esposas por el cabecero del catre volviendo a esposarle, ¡ERA MÍO!

Cuando se despertase no le iba hacer gracia, pero la tentación y las ganas de pasármelo por la piedra eran demasiado fuertes. Me subí encima de él, el pobre ni se movió por estar hechito polvo. Le lamí los pezones con toda la lengua, como si estuviera saboreando un helado en pleno agosto. ¡¡¡¡¡Ah, su piel!!!!!! Lamí los sobacazos, el sabor salado de su sudor me excitó tanto que mi polla rozaba su ombligo. Bajé hacia los maravillosos cojones mordiendo y lamiendo como un poseso. Cogiendo su pollón  con las dos manos, me la metí en la boca hasta la campanilla y empecé a mamársela al mismo tiempo que lo masturbaba con las manos. Se puso gorda y roja, el capullón golpeaba mi paladar, ¡qué maravilla!, no me hartaba de chupársela. De repente noté un movimiento. Se había despertado. El careto que tenía os lo podéis imaginar, apretó los dientes mientras yo seguía trabajándole la polla, movió las muñecas atadas y yo me dedique a mamársela más deprisa. Él comenzó a gemir sin poder evitarlo.

- ¡Hijoputa, en cuanto acabes te estrangulo! ¡Aaaaaaaah, que me corro en tu boca, peazo de cabronazooooooooooo!

Yo le miré sonriendo.

- Seguro que ninguna tía te la ha trabajado así.

De repente noté su semen en mi lengua, sólo hizo falta un pequeño roce y explotó, embadurnándome ¡QUÉ PLACER, DIOS! Estaba rendido y molido y yo comencé a limpiarle con la lengua, todavía tenía espasmos. Cuando descansó, le hablé echado a su lado.

- RUSSELL, perdóname, majo, me merezco todo lo que quieras hacerme.

- Suelta, petate, quiero responder al placer que me has dado -dijo mordiéndome una orejilla.

Yo le solté, con este hombre no tenía voluntad. Me pegó un puñetazo que me estampo contra la pared.

- ¡Por si no tuviera bastante con esas arpías, cerdo, tú también coño! ¡Me hubieses pedido con educación y buenas maneras que te follara y lo habría hecho, eso sí, sin mariconadas, jodeeeeer! Total lo mismo me da ya adefesios de dos metros veinte que españolitos turistas. Anda, ven pa´ca que te vas a enterar, te lo voy hacer a mi manera.

Yo obedecí raudo y veloz, me puse a su lado y sin miramientos me dio la vuelta y comenzó acariciarme la espalda, el culo. Sentí cómo su super polla se ponía dura de nuevo. Comenzó a masturbarse en mis nalgas y claro yo en el paraíso. Para no dejarle solo yo también cogí mi polla y me la machaqué. Me abrió las piernas con el pie.

- Tú lo has querido, tío -me dijo con esa peaso de voz.

Hizo que me agachara un poquito y esposado y to, me metió un viaje de órdago, vamos, que me metió toda la polla en el culo de un soberano empujón. Gritamos los dos, me enganchó de los hombros y con más fuerza todavía me la metió hasta las bolas. Se quedó quieto dentro de mí, mientras mi semen manchaba mis manos. De repente empezó a follarme como un verdadero animal, me montó como a una perra en celo, ¡qué dooooloooooor!, qué gustazooooooo!

- ¡No pares, RUSSELL!

- ¡Te vas hartar de polla y cállate que no me concentro! ¡Ay, lo que hay que hacer para satisfacer a los fans!

No paraba de gruñir mientras me jodía, sentía los huevos golpeando mi culo. Después de correrme por cuarta o quinta vez, perdí la cuenta, sacó su polla y terminó en mi espalda. Quise darme la vuelta.

- No he terminado, espera.

Terminó de correrse y me dio un azote cariñoso en el trasero.

-GRACIAS, RUSSELL.

-No hay por que darlas, chico, otra experiencia que contarle a mis nietos. Y ahora dime cómo te llamas, quítame esto de las muñecas e intentemos salir de aquí. Entre las salidas estas y tú me dejáis sin polla y la verdad no estoy por la labor.

Escapamos cada uno por un lado, no sin antes decirle que si antes estaba a sus pies, ahora ya no sé ni donde me tenía.

- Jaja, qué majo. Es lo que tengo, machote, que causo impresión. -Se rió con su magnífica sonrisa y me guiñó un ojo.

- ¡TE QUIEROOOOOOOOO! -le dije antes de que se perdiera de vista. Después pensé que me había quedado solo en mitad de la nada con los bichos raros que hay en Nueva Zelanda. Pero había merecido la pena...

 

ESTA GUARRERIA Y ASQUEROSIDAD ESTA DEDICADA A MI CHURRI JUANJO(¡A VER SI ME HACES LO MISMO QUE RUSS!) Y POR SUPUESTO A MI BEGO, POR FAVOR, NO TE ENFADES, CHOCHO, Y A LO MÁS GRANDE QUE HAN PARIDO LAS ANTÍPODAS: EL SR. RUSSELL CROWE. ¡YO ES QUE LO ADOROOOOOOOO!

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