Robin Hood
Nuria (la Rollo Tommasi)
Al margen de luchas de espadas, caballeros medievales o estéticas galopadas en caballos blancos, este Robin Hood me ha rejuvenecido diez años. Mi mente, de una forma inconsciente, ha viajado a esa década en la que Russell Crowe se metía en la piel de un gladiador en la antigua Roma, esa época en la que ese gladiador-general, aún con la sombra alargada de Bud White, catapultó al Sr. Crowe al olimpo de mis dioses.
Este Robin Hood, con la sabia mano de Ridley Scott, me ha traído la esencia de mis emociones de antaño y me ha recordado mis comienzos. He vuelto a sentir ese hormigueo, propio de las películas de aventuras con el héroe en la pantalla, y me he visto a mí misma (diez años antes) cuando sin ningún tipo de esperanza escribí una nota a una revista de cine solicitando fotos de Russell Crowe. Cuando Mariola estaba allí para contestarme y fue surgiendo una amistad que, afortunadamente, aún perdura. Cuando me presentó al resto de la pandilla y cuando Rodilla (confieso que las veces que mi trabajo me lo permitía) se convirtió en su oficina llena de gritos ahogados y risas contagiosas.
Robin Hood es el ejemplo perfecto para asegurar que “seguimos palpitando”.
Una película bien hecha, que quizá peque de algún anacronismo, pero donde la aventura y la historia de amor destilan emociones y adrenalina.
En Robin Hood los buenos son muy buenos y los malos (bendito Mark Strong) son muy malos, pero también, y digno es de alabar, el director se preocupa por dar un giro a la leyenda. ¿Un Robin Hood que no vive en los bosques?, donde comienza la leyenda termina este Hood de Ridley Scott. ¿No es acaso una manera de contar un mito de forma diferente? Quizá Scott no se haya atrevido a llevar a la pantalla su idea original (esa en la que Russell Crowe interpretase al sheriff de Nottingham con el único objetivo de capturar a Robin Hood, ladrón de ladrones), pero tampoco se ha conformado con la historia tradicional. Todo mito tiene un origen, ¿por qué no intentar imaginar sus comienzos?
Este Robin Hood se nos muestra más sentimental que guerrero, pero cuando su pueblo lo necesita se convierte en el líder que la tradición siempre nos ha transmitido. Este Robin Hood se decanta por una Lady Marian guerrera, humana y realista. Quizá las escenas de guerra recuerden las luchas de los gladiadores a caballo, pero seamos realistas, no podemos pedir a Scott que varíe su forma de entender el cine.
Robin Hood es otro botón de oro en la carrera de Russell Crowe, es un pedacito más de nuestra historia con este magnífico actor, es una película de aventuras que te engancha a la butaca.
Por todo eso, Mr.Crowe, allá te seguiremos hasta donde tu certera flecha nos alcance.