SE ACOSTÓ A MI LADO
Se acostó a mi lado,
pasé por debajo de su cabeza mi brazo.
Se dio la vuelta, se quedó mirando.
Abrí mi boca, me puso dos dedos en los labios,
saboreó con su lengua el hoyuelo de mi barbilla.
tragué saliva.
Busqué su boca, ella buscó la mía.
Nuestras lenguas se entrelazaron,
mi corazón latía desbocado.
Acarició mis hombros,
sentí escalofríos ante su suave contacto.
Me empujó hacia un lado,
sus manos se deslizaban por mi pecho,
estaba atrapado.
Suspiré angustiado,
quería abrazarla, darle calor con mis manos,
pero ella levantó mis brazos,
no era dueño de mis actos, estaba embrujado.
Se encaramó encima,
sujetó mis manos, lamió mis axilas,
mi respiración se iba acelerando.
Cerré los ojos, sentí sus besos en mis párpados.
Mordió mi garganta, yo no podía mover las manos,
su pasión me había atado, era su esclavo.
Barrió mi pecho con su cabello largo,
sentí cosquillas, ella me miró desde abajo.
Lamió mis pezones, mis muslos se tensaron,
Una dulce tortura había comenzado.
Le pedí que continuara,
se lo rogué entre gemidos apagados.
Levantó la cabeza, se echó el pelo a un lado,
pude ver su pecho agitado, estaba muy excitado.
Ella miró mi sexo, lo palpó con sus manos.
Noté la calidez de su boca, gemí extasiado,
el sudor llegó con la rapidez de un caballo alado.
Toqué su pelo, estaba mojado.
La llamé por su nombre,
nunca he tenido nada tan bonito en mis labios.
Me incorporé, me quedé sentado,
hice que me mirara, en su boca mojé mis labios.
La cogí entre mis brazos, le sonreí muy despacio.
“Déjame amarte, déjame morir en tu regazo”.
Ella me dejó, me dio el mejor de los regalos.
Besé y bebí de las fuentes más dulces del placer.
La arropé con mi cuerpo, ella marcó mi piel.
Fuimos uno, ella sonrió con calidez.
Empujé despacio, gritamos a la vez.
Sus piernas se acoplaron a mis caderas, se movió con rapidez.
Me moví en su interior con dulzura, me sentí desfallecer,
ella me acariciaba, quemaba mi piel.
Lamí sus pechos, me sentí hipnotizado por su poder,
aceleré el ritmo, ella tembló ante la llegada del éxtasis,
La sujeté de las nalgas, no quería dejarla caer.
Arqueó su espalda, gimió,
el sudor volvió resbaladiza su piel.
Chupé su cuello, apreté sus nalgas, quería darle más placer.
Oí mi nombre entre jadeos, la besé.
Seguí moviéndome en su interior a placer,
ella se relajó, me dejó hacer.
Nos miramos, no me pude contener,
la llené con mi deseo, me dejó vacío, fui suyo otra vez.
Quise retirarme, no me pude mover,
me abrazó fuertemente, me besó de nuevo.
Aspiré su olor, me quedé a vivir en su piel.