LA LUZ DE RUSSELL - RUSSELL'S LIGHT. (Por Calíope)

 

Han pasado tres días pero tengo la sensación de que el tiempo se detuvo el 28 de abril.

 

El hemisferio derecho de mi cerebro, donde mora y vive la intuición, la capacidad para crear poemas e incluso la capacidad para soñar despierta, no ha parado de trabajar a marchas forzadas, intentando que todas las sensaciones que mi cuerpo y mi alma sintieron ese día puedan convertirse en sonidos. Palabras escritas, morfemas y lexemas que le den sentido al sentimiento de la alegría inmensa que vive en cada poro de mi piel.

 

Creo que nunca lo conseguirá... aunque no pierdo nada intentando ayudarlo, conseguir describir cómo fue la segunda vez que el destino me puso delante al hombre más asombroso que camina en este mundo.

 

Voy a ahorrarme los malos momentos que pasamos. El calor agobiante, la desinformación, los nervios, el cansancio, directamente a la papelera de reciclaje...

 

Me quedo con los abrazos, con las risas y las miradas cómplices de mis chicas del foro, almas gemelas que han enriquecido mi alma hasta niveles insospechados. Os adoro, creo que lo sabéis.

 

El honestísimo sol de la preciosa ciudad de Madrid había desaparecido dándonos un agradecido respiro. Aunque ahora que lo pienso creo que ya no sentíamos su halo dorado porque intuía que otra luz más poderosa que la suya lo eclipsaría en algunas horas.

 

Eran casi las once de la noche y yo tenía la mejor compañía que alguien podría desear, protegiendo el flanco izquierdo, mi alma gemela, mi compañera de coleta, mi hermana del alma, Mariola. No tengo palabras para describir la enorme suerte que es tenerla al lado, conocerla es quererla. Y en el flanco derecho la alegría, la joya hecha sonrisa y preciosos ojos verdes, Agnes, ha sido un honor tenerte al lado para compartir una de las mejores experiencias de mi vida, te quiero un montón.

 

Éramos tres gladiadoras, agotadas por el duro combate del día contra todo tipo de fieras, pero gracias a Agnes, no habíamos doblado la rodilla (aunque nos quedaba poco) y por supuesto no le habíamos ofrecido el cuello a la gladius de nuestro contrincante vencedor. Acto de pura fe y valentía que nos valió la libertad de poder gozar de la compañía de un hombre que está tocado por los dioses.

 

Cuando peor estábamos, cuando el cansancio del día hacía estragos en nuestros maltrechos cuerpos y mentes y caminábamos cabizbajas (yo literalmente arrastraba los pies por la acera), el milagro se produjo. Una furgoneta oscura como la noche que nos envolvía nos adelantó insolente y Mariola y Agnes, que marchaban detrás y delante de mí respectivamente, reaccionaron con gritos y palabras que sonaron en mis oídos como una nueva promesa de esperanza. Recuerdo que miré alertada por las chicas a la calle y en un micro segundo de tiempo vi un rostro barbado que se asomaba desde el asiento delantero del vehículo, moviendo una mano en forma de saludo. No puedo explicar la sensación que tuve porque soy incapaz de describir el momento, sólo sé que mi cuerpo agotado se puso en marcha como movido por un resorte. Todas sentimos lo mismo, como atraídas por el canto letal de las sirenas, porque de repente comenzamos a correr como si la vida nos fuera en ello.¡Ni el mismo Mercurio hubiese corrido tan rápido! ¡Parecía que teníamos alas en los pies!

 

Corrimos y corrimos hasta que vimos que la furgoneta se paraba a tan sólo unos metros de nosotras, frenamos en seco sin podernos imaginar lo que ocurriría a continuación, lo que deseábamos con todas nuestras fuerzas.

 

La puerta del copiloto se abrió y sintiendo la querida compañía de Mariola y Agnes, vi cómo un brazo masculino tocaba la puerta, después una pierna enfundada en un vaquero, un pie grande tocaba el suelo y de ese vehículo salía el HOMBRE más increíble que yo haya visto en mi vida.

 

Me sentía como si estuviera debajo del agua y el líquido elemento embotara mis sentidos, sin embargo, no sé cómo, pude retener por puro milagro todos sus movimientos.

 

Russell Crowe venía hacía nosotras andando con una seguridad, una fuerza y un dominio de todo lo que le rodeaba que me hizo sentir un escalofrío de admiración.

 

Sus poderosos hombros se balanceaban a cada paso dejando ver y sentir, el carisma, magnetismo y el halo especial que lo rodea.

No podía pensar...

 

Vestía con unos vaqueros azules, una sudadera de los South negra y con botas (este detalle me lo dijo Mariola porque yo le miraba esa cara perfecta y tampoco era muy consciente de mucho más). De repente estaba junto a nosotras, Mariola le dio las gracias y nos miró yo creo que con una empatía y hasta si me apuráis cierto respeto, cosa que le agradecí infinitamente. Increíble pero cierto, pude admirar su maravilloso rostro que me pareció más juvenil, su pelo castaño claro corto, su preciosa barba, su boca perfecta que se abrió para saludarnos con una voz bendecida por todas las fuerzas de la tierra y el cielo, suave pero grave, dulce pero hipermasculina, su "Hello, how are you?" fue como un bálsamo, una pomada para el alma, un calmante, una cura que hizo que desaparecieran los nervios, el cansancio.

 

Me dediqué a admirar su grandeza, no sólo física, que la tiene, ¡Dios, me pareció tan enorme, tan alto, tan impresionante! Tenía que mirar para arriba para llenarme de la gran Luz que irradiaba. Estaba oscuro pero era como si ÉL brillara, sus ojos tremendamente azules brillaban e iluminaban la calle, nos iluminaban a nosotras.

 

¿Cuántas veces hemos comentado que a este hombre no le hace falta hablar? Tiene un lenguaje corporal que lo hace único, sus ojos nos miraban fijos a cada una de nosotras, sin apartar la mirada, quemando, como si no hubiera nada aparte de nosotras, nos dio la mano (una mano grande, fuerte) la mía entre ella desapareció, además yo tenía temor de molestarlo, de importunarlo, sin embargo fue el mejor contacto que puedo recordar, una caricia) con un gesto tan amable, tan cálido y tan lleno de complicidad y confianza que si no hubiese estado en estado de shock, me habría vuelto loca.

 

Su enorme personalidad y calma nos llevo a un estado de semi-relajamiento, como si estuviéramos en casa, seguras, protegidas. Diréis que estoy loca, pero a pesar de los pesares me sentí protegida, segura, a salvo en su compañía. Él no parecía tener ninguna prisa, nos preguntó los nombres y yo le dije el mío y mi nick en su Twitter (no sé como me atreví), hizo un gesto tan suyo, con una cara de pillo, sin apartar la mirada, como hizo con Agnes y con Mariola.

 

De repente los acontecimientos se desarrollaron a una velocidad increíble, no sé cómo fui capaz de sacar un rotulador, (Él lo cogió con agilidad), la foto que mi querida Seira me regaló y el libreto del disco Other ways of s... El caso es que empezó a firmar a Agnes, yo la miré y su cara despedía rayos de toda la alegría del mundo, ¡jajaja! Yo admiré los movimientos de Russell, pude apreciar el perfil de su precioso rostro, su poderoso cuello, su expresión tranquila. Después me tocó a mí: con dedos temblorosos le pase la foto y con todo el cuidado y la calidez del mundo, me firmó en la parte blanca de la foto (recuerdo, aunque parezca una tontería, que pensé, "¡joer, qué bien firma!", jajajajajajaja).

 

Después a Mariola, a la cual vi por el rabillo del ojo trasfigurada, no era para menos. Yo no sé cómo le metí la portada del disco en las manos casi con ansía (el caso es que lo hice) y Él, con toda la paciencia del mundo, me lo firmó, de nuevo con cuidado de no tapar su cara, con enorme tranquilidad, con el silencio cómplice y respetuoso de las tres, como si estuviéramos delante de algo sagrado o como si tuviéramos miedo de que fuera un sueño del que no deseábamos despertar.

 

Después Russell volvió a mirarme y pude volver a disfrutar de sus ojos, esos maravillosos OJOS que no son de este mundo, que tienen toda la sabiduría, riqueza, y pureza del mundo. Si la belleza fuera un instante, ÉL sería la eternidad.

 

Nos regaló tantas cosas esa noche, en tan poco tiempo, que creo que me rebelé ante la idea de que se fuera sin darle algo de mi parte (aunque no fue nada comparado, con lo que ÉL nos regaló). Al guardar el rotulador en mi bolso, vi un libro que me estaba leyendo de Gaudí y con un valor del que ahora me sorprendo, lo cogí y se lo di.

 

Mi querida Agnes, con su alegría habitual, dijo en inglés "¡Es un regalo!", (perdona, preciosa mía, pero no fui capaz de contestarte, jajaja). Él me preguntó si estaba segura de que era para él y yo no dije nada, sólo lo miré, sus ojos volvieron a iluminarme y después miró el libro, lo cogió y me dio las gracias. Tengo miedo de que vea las mil y una notitas que tengo siempre en los libros e incluso el marca páginas con su rostro, pero bueno, la verdad es que ya no hay nada que pueda hacer y me igual lo que haga con el libro. Sólo sé que lo aceptó y con eso me doy por recompensada. Nos dijo que estaba encantado de conocernos y me da mucha rabia porque creo que no le contestamos y yo hasta creo que no le di ni las gracias de lo alucinada que estaba.

Esa mirada, esa voz, esa presencia, Russell, no lo olvidaré mientras viva...

 

Después sólo fui consciente de que la LUZ se marchaba y de que Agnes le tiraba un beso con la mano (aunque no me preguntéis qué pasó) y del calor de mis niñas a mi alrededor. Empecé a dar botes como una quinceañera y las tres nos miramos las manos, nos temblaban como hojas secas, mecidas por el viento. Mis rodillas temblaban de emoción y Agnes me cogió una mano y se la puso sobre el pecho, el corazón le latía a mil por hora, nos abrazamos las tres largamente compartiendo una emoción y unos sentimientos tan fuertes, que creo que si ya estábamos unidas por obra y gracia de este maravilloso hombre, ahora ni el filo de mil espadas podrían cortar la profundísima amistad que compartimos.

 

Os lo digo ahora, nenas: para mí fue un honor teneros al lado en el momento más feliz de mi existencia, os quiero y os llevaré siempre en mi corazón. Sentí también que estaba arropada por todas y todos los que no pudieron estar y se me saltaban las lágrimas (mientras escribo, me vuelvo a emocionar), que me guardé con dificultad al tener tan presentes tantos nombres que se hubieran merecido ver esos OJOS.

Ayer me torturaba con la idea de que no fui capaz de decirle tantas cosas, de que no fui capaz de pedirle una foto, pero al final siempre pienso que sucedió un milagro, el milagro de tenerle delante, de poder llenarme con esa maravillosa LUZ que desprende y creo que con eso es más que suficiente.

 

Russell, muchas gracias por todo lo que hiciste por nosotras, muchas gracias por existir, que Dios te bendiga.

 

Si no te conozco, no he vivido.

Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

 

RUSSELL'S LIGHT

Some days already and I got the feeling TIME stopped on April, 28.

The right side of my brain, where intuition, poetry and dreams live, hasn’t stopped working hard, trying to make sounds of all the feelings my body and soul were having that day; written words, morphemes and lexemes that make sense to the feeling of immense happiness covering now my skin.

I think it won’t achieve it although it’s worth trying to help it, to manage to describe how Fate put me, for the second time, in front of the most amazing man walking on this world.

I’m going to sweep away the bad moments we lived. Such a hot weather, the lack of information, so many nerves, exhaustion... Everything to the dustbin.

I just save the embraces, smiles and shocked looks of my forum girls, twin souls who have enriched mine to unexpected levels. I adore you, I think you know it.

The hottest sun in the beautiful city of Madrid had disappeared letting us breath at last. But now I’m thinking that we didn’t feel its golden halo yet because it suspected a more powerful light would eclipse it totally later.

It was around 11 p.m. and I got the best company one could wish: covering my left side, my twin and sister soul, Mariola. There are no words to describe the huge luck to have her beside, to know her is to love her. And covering the right one, the joy, the jewel made of smile and lovely green eyes, Agnes. It was an honour to have you so close to share one of the best experiences in my life. I love you so much.

So, we were three gladiators, exhausted by the hard fights of the day against all kinds of wild beasts, but thanks to Agnes, we hadn’t knelt yet (although we were so close...) and, of course, we hadn’t offered our necks to our victorious rival’s gladius. It was an act of pure faith and braveness that released and allowed us to enjoy the company of a man touched by all the gods in this world.

When we were about to be defeated, when the exhaustion of the day was playing havoc with our bodies and minds and we were dragging our feet along the ground, the miracle happened. A van, as dark as night, passed by and Mariola and Agnes, walking back and in front of me respectively, had the reaction of shouting words sounding in my ears as a new promise of hope. I remenber looking at the street and, in a microsecond, I saw a bearded face on the right seat waving his hand. I can’t explain the feeling I got because I’m not able to describe the moment. I only know that my devastated body started living again and moved quickly. We all felt the same, as attracted by the sirens’ lethal songs, because suddenly we ran as if our lives were about to end. Not even has Mercury run so fast! We also got wings in our feet!

So we ran and ran and saw the van stop some metres ahead. We stopped too withoug being able yet to imagine what we wished so much was about to happen.

The van door was opened and, feeling also Mariola and Agnes’ dear company, I saw an arm, then a leg on jeans and a big foot touching the ground and, from the van, emerged the most incredible MAN I’ve ever seen in my life.

I felt as if I was under the sea and water was filling completely all my senses, however, and somehow, I could retain all his movements. Russell Crowe was coming to us walking firmly, with a strengh and control over everything around which made me feel a lightning of admiration, his powerful shoulders moving with each step and letting us see and feel the charisma, magnetism and special halo around him.

I couldn’t think...

He wore blue jeans, a black South Sydney jumper and boots (that detail was caught by Mariola because I just saw that perfect face and was not aware of much more). Suddenly he was there with us, Mariola thanked him and he looked at us with –I want to believe it– empathy and even a certain respect, something I’ll thank him eternally. Incredible but true, I could admire his wonderful face I thought even younger, his short, light brown hair, his beautiful beard, his perfect mouth opening to say hello with a voice blessed by all the energy on Earth, soft but dark, sweet but ultra masculine. His “hello, how are you?” was a cure, a relief for tired souls, a total painkiller which swept away nerves and exhaustion.

I focused on admiring not only his physical greatness, although he got it. God, he looked so huge, tall and impressing! I had to rise my eyes to fill myself with the big Light he irradiated. So dark around but HE, there, was shining. His blue eyes so bright, illuminating the street, us, everything.

How many times have we talked about how this man doesn’t need to speak? He has a body language which makes him unique, his eyes and look fixed on each one, burning, as if there was nothing around but us. He shook hands (a big, strong one), mine disappeared with his. Besides, I was afraid of bothering him somehow; however, it was the best contact I can remember, (such a smooth touch...) with a so gentle, warm and reliable gesture that if I hadn’t been so shocked, I’d have got totally crazy.

His huge personality and calm drowe us to a relaxed state, as if we were at home, safe and protected. You could say I’m already crazy but I really felt completely safe in his company. It seemed as if he wasn’t in any hurry, he asked our names, I pronounced mine and my nick in Twitter (I don’t know how I dared) and he made one of his unique mischievous-boy gestures, with his look fixed on us.

Suddenly, things happened very fast, I don’t know how I managed to give him a pen –that he took very gently–, the pic my dear mate Seira gave me and the Other ways of speaking album cover. So he started to sign Agnes’ pics. I looked at her and her face flashed with rays of all the joy in the world. I admired Russell’s movements, I could appreciate the profile of his handsome face, his powerful neck, his calm expression.

Then, it was my turn: with trembling fingers, I gave him my pics and very carefully and warmly, he signed on the white space of them. (And although it seems very stupid, I thought: “Fuck, he signs so well!”, hehehehe). Then, it was Mariola’s turn and I saw her completely out of mind, transfigured. I know I almost put the album cover on his hands with anger and he, patiently, signed it too while we stood ther in a respectful silence as if we were in front of a sacred totem or fearing that it was just a dream we didn’t want to abandon. Afterwards, Russell looked at me again and I could enjoy one more time his eyes, those so beautiful eyes which don’t belong to this world and are full of all the wisdom, richness and purity you can imagine. So, if beauty was just an instant, HE was eternity.

He gave us so many presents that night, in just a bit a time, that I decided to give him something back for his kindness (although it was nothing comparing with HIS presence). So when I put my pen back into my bag, I saw the book I was reading about Gaudí, took it out and gave it to him with a braveness I’m now surprised to show.

My dear Agnes, with her usual joy, said in English: “It’s a present!”, (sorry, my dear, I was not able to answer you, hehehehe). Russell asked me if I was sure that it was for him and I didn’t answer either, I only looked at him, his eyes illuminated me again and then he looked at the book, took it and thanked me. Right now, I’m afraid he sees all the notes I always write on books and even the bookmark with his faces on it! I only know he accepted it so I feel largely rewarded.

He said it was nice to meet us and I’m very angry with myself because I think we didn’t answer anything. So shocked, I didn’t even thank him.

But that look, voice, presence... Russell, I won’t forget it in my life.

At the end, I was only aware of the LIGHT turning back to the van, the kiss Agnes sent him and my girls’ heat around. So I started to jump like a teenager and we looked at our hands which were trembling like dry leaves the wind takes away. My knees were shivering because of the emotion and Agnes took my hand an put it on her chest, her heart beating so fast. We then shared a big embrace and such emotion and strong feelings that I think if we were already united because of this wonderful man, now, not even the blade of thousands swords could cut the deepest friendship we share.

I tell you now, girls: for me, it was an honour to have you by my side in the happiest moment of my life, I love you and got you always in my heart. I also felt I was embraced by all those who couldn’t be there and almost burst into tears (writing this now I get moved again) but I held them strongly on behalf of those many names also deserving the look of those EYES.

Yesterday, I tortured myself with the idea of not having been able to tell him so many things, to ask for a pic with him, but at the end I think the miracle happened, that miracle of having him in front, of filling myself to the top with that amazing LIGHT. That is more than enough.

Russell, thank you so much for what you did for us, thanks for your existence and God bless you, mate.

 

 If I don’t know you, I haven’t lived.

If I die without meeting you,

I don’t die because I haven’t lived.